Las habituales reacciones extemporáneas que tiene Jorge Sampaoli no le quitan olfato para prever lo que vendrá. Su ira le deja lugar a la interpretación de los acontecimientos. Era consciente de que en la final de la Copa de Brasil se estaba jugando su puesto de entrenador de Flamengo. El empate 1-1 en la vuelta no le alcanzó para compensar la derrota 1-0 en la ida ante San Pablo, el campeón.